Los devaneos del Ministro Canelas
Carlos Mesa Gisbert es un político y un académico. Hoy, precisamente en ese orden. Si se reflexiona sobre ese perfil desde una perspectiva inversa y, sobre todo, si se reduce su perfil político a “las inconsistencias y debilidades que evidenció su breve gobierno” y a su candidatura como “la apuesta más desafortunada para el rumbo del país”, el efecto de esa reflexión revela la manipulación política de ese perfil.
El Ministro Canelas hizo esas dos afirmaciones después de haber escrito ‘Cinco elogios a Evo Morales’. Los elogios, según él, sintetizan las ‘convicciones intelectuales’ que Carlos Mesa tiene de Evo Morales. Y serían resultado de su honestidad académica -el Ministro lo valora como uno de nuestros historiadores más reconocidos- porque no responden al azar de una opinión accidental sino a la relevancia de la palabra escrita.
Si el historiador Carlos Mesa ha elogiado a Evo Morales, su valoración debe darse por buena. No importa que la selección de los ‘elogios’ haya sido manipulada por el Ministro omitiendo el contexto de las citas. No importa, tampoco, que la valoración histórica varíe, e incluso cambie, cuando se la hace después de muerto el protagonista; -la conducta política y la relevancia histórica de Evo Morales no es hoy la de ayer-. Para el Ministro Canelas el juicio histórico que tiene Mesa sobre Morales resulta, paradójicamente, atemporal. Lo que importa es, entonces, el efecto de verdad de esos elogios realizados por el reconocido historiador Mesa. Si el historiador lo dice, es cierto.
En cambio, el político Mesa, sería apenas inconsistente y débil. Todo lo contrario de lo que él mismo afirma que son las virtudes políticas de Evo Morales. Porque para el Ministro Canelas lo que debe reconocerse de Carlos Mesa es su sensatez histórica y lo que debe rechazarse es su debilidad política.
Un devaneo es un pasatiempo carente de seriedad y de compromiso. Todo devaneo, sobre todo si es político, por consiguiente, revela esa falta de seriedad y compromiso. Precisamente por esto, el Ministro enfatiza la virtud académica y menosprecia la acción política de Carlos Mesa. De esta manera, manipula en beneficio propio la imagen académica del escritor y profesor universitario, pero, al mismo tiempo, aprovecha ese prejuicio que tiene parte del sentido común que cree que un buen académico es un mal político. Porque duda y no tiene posiciones firmes; porque vive sentado en un escritorio y no comparte la calle con la gente; porque piensa y no actúa.
La vida y la obra de Carlos Mesa, en cambio, prueban algo muy distinto. Es un académico que tiene juicios firmes, no un accidente que persigue las modas intelectuales del momento. Es un político que actúa por convicciones, no por conveniencias. Es una persona que comparte los triunfos y las derrotas de su equipo de futbol exactamente de la misma manera como lo hace aquella gente de la calle que cree en la lealtad. Estas afirmaciones están comprobadas en los hechos. Pero como Manuel Canelas es Ministro de Comunicación de este régimen está obligado cuando menos a ejercer de propagandista, es decir, a manipular. Y, sin embargo, lo hace con pudor. Un pudor inexistente en una iglesia de fanáticos.
Algunas personas creen que por fin el gobierno tiene un buen Ministro. Creo que no. Creo que es el peor -desde la perspectiva del MAS, claro-. Finalmente las anteriores personas en ocupar el cargo eran fanáticas. Lograron consolidar en el MAS el culto a la personalidad de un presidente peor que Melgarejo y ese resultado evidencia que su complejo de inferioridad ha alcanzado niveles inverosímiles de exaltación: ‘Evo es un enviado de dios’.
Canelas, en cambio, apenas devanea con el cargo. Quiere comunicar, pero sólo hace propaganda. Quiere alardear de académico, pero su bibliografía es francamente modesta. Quiere enfatizar su militancia, pero su trayectoria ha sido universitaria. Este gobierno necesita autoridades fanáticas -como García Linera, escribidor del ‘sol se va a esconder’; como Quintana, ‘Evo es la muralla antimperialista’-; no un Ministro con aires de equilibrista que devanea con la comunicación como lo hace con la política. Y como el MAS corre hacia su propia sepultura, necesita Ministros fundamentalistas convencidos de que Evo es un enviado de dios y que resucitará de entre los muertos.
Por eso Canelas es el peor Ministro del MAS. Porque no es un fanático. Canelas no cree en la resurrección de los muertos.