Día Internacional de la Mujer – Comunicado de UNO (8.3.22)
Podríamos, una vez más, denunciar la feminización de la pobreza y recordarnos a todos ese enorme conjunto de datos que prueban y demuestran que las mujeres continúan debajo de los varones en los indicadores de desarrollo. Podríamos proponer medidas y políticas sociales y económicas que promuevan la igualdad de oportunidades para los géneros como tantas veces se ha hecho con resultados limitados e incluso paradójicos.
Podríamos, una vez más, recordarnos a todos que en la conmemoración del Centenario del Día Internacional de la Mujer se acordó que la lucha por la igualdad necesita estar acompañada por el empoderamiento político y económico de la mujer. Y que de esta manera el trabajo contra la feminización de la pobreza sea la otra cara de la autonomía económica y la politización de las mujeres para la conquista de sus derechos que son derechos de todos.
La igualdad de oportunidades y la profundización de los derechos son los dos aportes fundamentales de la lucha de las mujeres desde el bien común para el cuidado del mundo. Seguramente nunca estará demás reiterarlos.
Pero hoy, en Bolivia, estamos viviendo una tragedia. Somos el sexto o quinto país con mayor tasa de feminicidios en América Latina según el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL. El feminicidio es el último y mayor grado de violencia en contra de las mujeres porque viola el más importantes de los derechos humanos: el derecho a la vida. Sin embargo, la toma de conciencia de la violencia contra la mujer tiene una muy corta historia legal en nuestro país: la ley que caracteriza al feminicidio es de 2013.
La Plataforma UNO quiere contribuir hoy, en el día de la mujer, al diagnóstico sobre las causas de la violencia y hacer la consiguiente propuesta:
El incremento de los feminicidios en Bolivia tiene como su causa fundamental la consolidación de una cultura política autoritaria. En un país en el que el autoritarismo está naturalizado y es positivamente valorado, cualquier lucha por la igualdad de oportunidades y la profundización de los derechos es vivida como una amenaza al poder.
El autoritarismo político naturalizado y el autoritarismo personal internalizado se refuerzan mutuamente en quienes detentan el poder. Por consiguiente, la violencia contra la mujer se incrementa porque el poder social y personal no identifica a la mujer como sujeto de derechos y libertades.
La cultura autoritaria debe ser sustituida por una cultura democrática. Solo así la lucha por la igualdad de oportunidades y la profundización de los derechos adquiere legitimidad social y valoración personal.
En Bolivia, el MAS encarna la cultura autoritaria. Ciertamente es una responsabilidad de todos combatirla para construir colectivamente una cultura democrática. Al mismo tiempo, sin embargo, es una urgencia imperativa para las mujeres, generar democracia en las relaciones sociales y afecto en las relaciones personales. Así, la violencia contra las mujeres dejará de ser parte de la vida diaria.
En los países democráticos la violencia contra la mujer es un delito pero, sobre todo, es una aberración moral. Por eso necesitamos construir democracia. Para que un feminicidio sea vivido como una tragedia colectiva y un duelo hondamente íntimo. Para que un feminicidio nos recuerde a todos que esa tragedia y ese duelo son una absoluta excepción porque viviremos en un país democrático.