El siguiente artículo de Gonzalo Rojas da cuenta de las características del prorroguismo del ciudadano Evo Morales. Rojas interpreta el lado estrictamente político de esta tedencia oficialista a desconocer los resultados del 21 F. Este es el artículo en cuestión. Fue transcrito de http://www.noticiasfides.com/opinion/gonzalo-rojas-ortuste/con-amplitud-de-miras-resistencia-ciudadana-ante-el-prorroguismo
Desde que el MAS ha inicialmente dudado hasta ahora rechazar abiertamente la obligación de acatar lo que se decidió en el 21F del pasado año ha ido creciendo la indignación ciudadana para con el oficialismo, inversa a la caída, ya sin vuelta atrás de las simpatías que otrora captaba la figura de Evo Morales. Uno siente ese rechazo en distintos círculos sociales y en el amplio abanico ideológico, simplemente porque es indefendible para el ciudadano común que un resultado como ese quiera evadirse con chicanas más propias de típicos leguleyos que buscan burlar el “espíritu” de la norma, en este caso el Art. 168 constitucional, que limita a dos mandatos continuos a las dos más altas magistraturas del Estado.
Por sí hubiera dudas del distanciamiento hacia el oficialismo hay sucesivas encuestas que nos confirma eso. Quiero detenerme en el reiterado apoyo que la figura de Carlos Mesa concita, para molestia indisimulada de los actuales ocupantes de los cargos mencionados, que no han reparado adjetivos, algunos de grueso calibre, para intentar afectar esa popularidad de quien ven como el rival a temer, cuando no enemigo a derrotar. Quiero recordar que una de las principales debilidades cuando Carlos Mesa fue presidente era la carencia de aparato partidario, no es desde luego la única y él mismo la reconoció en un libro publicado de su autoría sobre esos azarosos días.
Es por ello contradictorio que en cierta opinión pública verdaderamente hastiada de los excesos del poder político en curso, hoy tenga tantos reparos a los “partidos políticos” cual de demonios se tratara. Desde luego no son un racimo de virtudes, ni aquí ni en ningún lado, y yo mismo he sido parte de los proponentes para desmonopolizar a la vía partidaria para terciar en elecciones y acceder a cargos de elección popular hace más de una década.
Sin embargo de ello, pretender que son totalmente prescindibles o completamente secundarios es simplemente ignorar la especificidad del campo político. Desde las condiciones de rivalidad inherente, la agregación de intereses, la contingencia y varios similares del mismo nivel de abstracción, pensemos en el momento actual donde el MAS y el oficialismo son sin duda máquina de movilización de masas en las que no se puede negar sus destrezas. Por ello, posiciones intransigentes a la legítima participación de partidos, pretendiendo con ello una suerte de virginidad política es hacerle juego al aparato que enquistado en el Estado pretende perpetuarse allí y en las limitaciones ciudadanas encuentra el argumento de facto para seguirlo intentando.
En una democracia, por muy intercultural y participativa que se quiera, ha de haber campo para el juego de debate de ideas sin ser perseguido por ello, y para la organización más o menos estable de propuestas y embriones de políticas públicas, que eso también son los partidos, así sea al costo de cierta posición destacada de sus líderes, por eso siempre limitados para que en ningún momento se autoperciban como caudillos imprescindibles.
Gonzalo Rojas Ortuste es politólogo y ciudadano en ejercicio