Han hecho todo lo imaginable para mantener la subordinación de la justicia al poder político. Han dedicado años a corromper a magistrados y jueces y han cerrado los ojos ante el fracaso de unas elecciones judiciales que en la práctica habían favorecido la elección de los amigos del MAS. El estado terminal de la justicia ha sido verificado por autoridades internacionales, estudiosos y juristas y es el trago amargo que bebe la ciudadanía todos los días. Pero la impudicia es infinita.
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