Deseo que en 2024 el camino a la paz se abra en Oriente Próximo y cese el sufrimiento de miles de personas inocentes, tanto israelíes como palestinas, víctimas de la violencia bélica. Que el diálogo de buena fe prevalezca, mirando al futuro común inevitable de esos pueblos, abandonando la confrontación afincada en la memoria de un pasado inerte. Que los acuerdos se respeten y el principio de protección a los más débiles se aplique, que las estructuras terroristas, negociantes de sueños y pesadillas, se derrumben para no levantarse. Que haya paz.