En diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta decisión fue el resultado de la conciencia creciente de los Estados acerca de las ilimitadas posibilidades de vulneración de los derechos civiles y políticos de las personas a raíz de las atrocidades cometidas en el contexto de los dos momentos de la guerra mundial; derechos declarados bajo inspiración del pensamiento ilustrado del siglo XVIII dentro del proceso de la fundación del Estado Moderno, alumbrado bajo drásticas limitaciones constitucionales a su poder en resguardo, precisamente, de estos derechos. Paradoja de grandes dimensiones.