Certezas y sospechas (Gisela Derpic, Brújula Digital, 22.2.25)

Peor aún. En Venezuela se ha desnudado una realidad nueva, cínicamente abusiva. No sólo por lo acontecido el 28 de julio de 2024, cuando el régimen totalitario de Maduro lo proclamó ganador sin prueba alguna frente a las evidencias plenas de la victoria de Edmundo González Urrutia por el 70%. Eso era previsible dadas las tropelías cometidas por Ortega en Nicaragua y Morales en Bolivia. No. En especial, por la usurpación total de la voluntad soberana de la ciudadanía venezolana perpetrada el 10 de enero pasado cuando el tirano asumió nuevamente el poder, sin que nadie haga algo al respecto y sin que sea previsible se haga en el futuro. Ni por vía de derecho ni de hecho.

Esto deja claro que el ocultamiento de la manipulación de las elecciones no es ya indispensable para la reproducción del poder, lo que es muy conveniente para los autócratas. 

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