Guillermo Mariaca fue el principal orador de la concentración popular en la Plaza San Francisco el pasado 10 de octubre 2017. Esta declaración resume el sentir de la paceñidad democrática ante el desconocimiento del 21F.
DECLARACIÓN PACEÑA DEL 10 DE OCTUBRE DE 2017
A 35 años de la reconquista de la democracia, hoy nos volvemos a encontrar para enfrentar y derrotar la prepotencia que amenaza nuestras libertades.
La lucha para derrocar a los dictadores fue larga, dolorosa y sangrienta. Muchos sacrificaron sus estudios y sus patrimonios, vieron a sus familias divididas, tuvieron que interrumpir sus sueños; sufrieron cárcel, persecución, exilio, desaparición forzada, tortura, y a veces la muerte. Pero la voluntad democrática se impuso.
Claro que esa democracia era imperfecta, porque nosotros somos imperfectos. Por eso sabíamos que la construcción de la democracia debía ser constante responsabilidad de todos y, con luces y sombras, los bolivianos trabajamos para ampliar los derechos y proyectar nuestro futuro. Precisamente por eso, cuando los gobiernos de estos 35 años empobrecían o corrompían la democracia, los ciudadanos salíamos a defenderla. ¿Entonces, por qué hoy estamos en esta plaza?
Porque poco a poco el gobierno de tantos se fue convirtiendo en el gobierno de una persona; el régimen democrático fue rápidamente sustituido por un régimen autoritario. Los que se comprometieron a construir una nueva economía, impulsar la democracia, las autonomías indígenas y regionales, poner la educación por encima de la represión y la propaganda, hacer de la salud un buen servicio público, traicionaron sus promesas. Los que prometieron proteger nuestros parques nacionales, revertir el etnocidio y cambiar nuestro modelo de desarrollo, profundizaron el extractivismo. Los que se declararon gobierno indígena terminaron convirtiendo a tantos dirigentes indígenas y a demasiados dirigentes campesinos en pongos del poder monárquico. Estamos en esta plaza de la vigilancia popular porque los que juraron defender la Constitución y gobernar obedeciendo al pueblo, no aprendieron, no escucharon, no corrigieron, no rindieron cuentas. Al contrario, empezaron a incumplir, olvidar, reprimir y robar y robar y traicionar y traicionar. Porque quisieran quedarse demasiados años y morir de viejos en el palacio.
Entonces realizaron un nuevo proceso de cambio. Este 18 de septiembre el régimen autoritario se transformó en gobierno dictatorial. Al presentar la demanda de inconstitucionalidad contra la Constitución, el gobierno ha decidido recorrer el camino sin retorno hacia la dictadura. Porque son las dictaduras las que desconocen la voluntad popular y la Constitución. Sólo una dictadura intentaría burlar la voluntad soberana del 21 de febrero de 2016 que le dijo NO. Sólo una dictadura encarga a un grupo de empleados del Poder Ejecutivo, denominado Tribunal Constitucional, poner su ambición privada por encima del bien común, de la sociedad y de la nación.
Y esta dictadura tiene un dictador. Alguien que se hace coronar Apu Mallku. Alguien que levanta un museo para sí mismo. Alguien que compra un avión privado, varios helicópteros, muchos autos, muchos adornos imperiales. Alguien que promueve la invasión colonial de cocaleros y petroleros. Alguien que ordena que le amarren los huatos. Alguien que dirige uno de los gobiernos más inútiles y corruptos de la historia. Alguien que se hace el ciego ante los robos en el Fondo Indígena, contratos de YPFB, ENTEL, Bolivia TV, Banco Unión, Ministerio de Defensa, la empresa china CAMCE, y tantísimos más, y tantísimos otros que apenas sabemos. Alguien que traiciona a su propia sangre en Chaparina, en Achacachi, en Caranavi, y podríamos continuar. Alguien que, como es tan macho, ignora el incremento de feminicidios y quiere que en todos los vientres embarazados diga: Evo cumple. Alguien que autoriza la represión a todas las protestas (a los discapacitados, a los obreros, a los cooperativistas, a los alteños). Alguien, un dictador, un dictador que dicta el saqueo de Bolivia.
Este es el desastre y esta es la tragedia.
Por eso, hoy salimos a las calles nuevamente no sólo para defender la democracia, sino para reconquistarla.
Hoy declaramos: no acataremos ninguna sentencia de este Tribunal, o del que lo sustituya, o de cualquier Asamblea Legislativa, o de este gobierno sedicioso, o de quien sea que ignore que la soberanía reside en el pueblo y que su voto es inviolable.
Hoy declaramos: las elecciones judiciales del 3 de diciembre serán una nueva derrota del gobierno, porque no deben ser posesionados como máximos representantes de la justicia los que tengan menos votos que los nulos con los que los repudiaremos.
Por eso, esta noche estamos en esta plaza, unidos en la diversidad, brazo con brazo, los que mayoritariamente votamos por el NO el 21 de febrero, con muchos –cada vez más- de los que todavía tenían esperanzas en este gobierno, y con los otros muchos que nunca confiaron en sus promesas. Estamos en esta plaza, testimonio de nuestras más altas alegrías democráticas, mujeres y hombres; viejos y jóvenes; indios, cholos y k’aras; obreros, profesionales, empresarios y artesanos; ambientalistas que viven la naturaleza y los que recién aprenden a honrar a la madre tierra. Estamos en esta plaza del encuentro de nuestras mejores memorias, todos los partidos democráticos y todos los ciudadanos democráticos. Estamos por nosotros, por todo el país, porque hace 35 años derrotamos a los dictadores y hoy enfrentamos a sus sucesores.
Por eso, hoy, sin vacilaciones, sin dudas, con firmeza, advertimos a los herederos de las dictaduras: no liquidarán la democracia, no expropiarán nuestra libertad, y tendrán que rendir cuentas por todas las traiciones, las mentiras, la represión y el saqueo. Unidos y convencidos reafirmamos en nuestras concentraciones en todo el país que por respeto a la soberanía popular, por la Constitución, por legitimidad y legalidad, ya no permitiremos una nueva reelección. Pero como esta dictadura pretende quedarse para continuar convirtiendo el Estado en depredador de la madre tierra, fábrica de oligarquías y fuente de corrupción,
LA CONCENTRACIÓN CIUDADANA DE OCTUBRE RESUELVE CONVOCAR AL PAÍS ENTERO A RECONQUISTAR LA DEMOCRACIA, DEFENDER EL VOTO CIUDADANO Y CONSERVAR LA VIDA.
Así nuestros hijos se quedarán en Bolivia.
Así construiremos la unidad de las fuerzas democráticas.
Así los ciudadanos de las calles y las comunidades nos organizaremos en agrupaciones políticas para participar activamente en la reconquista de la democracia.
Así conservaremos tierra y territorio.
Así todos votaremos Nulo en las elecciones judiciales del 3 de diciembre.
Así les enseñaremos a gobernar obedeciendo al pueblo.
Así reconquistaremos la democracia como gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo.
Esta es la palabra ciudadana, la palabra popular, la palabra boliviana. ¡Viva Bolivia!