(...) lo que se buscó fue arrinconar al TSE con un pedido de indemnización de dos millones de bolivianos, como si Morales hubiera sido electo en 2020, y se pretendió hacerlo cobrando la indemnización ya mencionada. El repudio que el pedido desencadenó trató de enfrentarse con una supuesta inversión del dinero en un fin social y también se habló de una “estrategia jurídica” para enjuiciar a quienes lo inhabilitaron. Como no podía ser de otra manera, no faltaron las amenazas: “guay del que se atreva a inhabilitar al líder espiritual de los indígenas del mundo”.
En su ocaso, Morales no deja de ser el que siempre fue: un personaje abusivo, engreído, soberbio, dueño de la verdad.
No en vano el Evangelio dice “Por sus frutos los conoceréis”.
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