Una de las apuestas que ha propuesto el Gobierno es la sustitución del diésel por el llamado biodiésel. Este material que por definición no es un biocombustible, sino un agro-combustible (hay que hacer cultivos agrícolas de especies oleiferas), está prohibido por el art 24 de la ley 300 o de la Madre Tierra, puesto que para su obtención se deben sembrar extensas regiones con plantas que producen aceite como la soya, la jatropha o la palma africana. Esto, obviamente significa deforestar enormes áreas de bosque, ya que estas especies crecen en zonas cálidas (en especial la palma africana) que, en el caso de Bolivia son las de la cuenca amazónica. Desafortunadamente, para lograr esto buenas son las quemas, como la más reciente, pero lo grave de este hecho es que en la situación y ubicación actual (la Amazonia subandina), es que la quema de bosque para estos propósitos conduce a la drástica eliminación de la biodiversidad local (estos cultivos no admiten competencia por nutrientes del suelo) lo que conduce a la erosión y, por la necesidad de secar el suelo eliminando infiltraciones y cursos de agua cercanos, a la desertificación, la experiencia colombiana con la palma africana es amplia e instructiva en este aspecto.
El analista Roger Carvajal no es miembro de Una Nueva Oportunidad. UNO alienta el debate de ideas y no se adscribe necesariamente a los contenidos de este artículo.