La magnitud del déficit en Bolivia no es entonces el problema central (por ahora). El problema es que ese déficit financia insostenibles y mal dirigidas subvenciones y que éstas alientan actividades rentistas, ilegales o delictivas –minería de oro, contrabando (bidireccional), lavado de dinero, etc.–, que junto al tipo de cambio fijo, abastecen el mercado interno y mantienen la inflación bajo control, a costa de destruir lo poco que ya queda del aparato productivo; pero, claro, genera enormes rentas para quienes “saben hacer negocios”: ¿recuerdan al diputado “chutero” que sacó del país 50 millones de dólares cuando empezaba la crisis del dólar? ¿Fue un caso único?
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