[Espectadores] A ser eso se nos condenó en 2006. A moros y cristianos. A simples personas, jefes de sigla, senadores o diputados, aspirantes a candidato, dirigentes de organizaciones o representantes de instituciones, autoridades o miembros de los niveles “deliberativos y de fiscalización” de entidades territoriales “autónomas”, comunicadores sociales o “analizadores”, cambas, chapacos o collas, empleadores o empleados, citadinos o campesinos…
Todos fuimos confinados a una butaca en el teatro del “proceso de cambio” ante el escenario del poder. Autoritario por principio, excluyente por efecto e ilegal por decisión.