2025 no será otro “año nuevo” para los bolivianos. No. Tiene un significado distinto, especial. Único porque en él se cumplirá el segundo centenario de la fundación del país y, a la vez (si el poder abusivo no lo impide), se llevarán a cabo las elecciones generales el 10 de agosto. Sus resultados no tan sólo serán la conformación de un nuevo Gobierno, sino que, a partir de ello, el curso de la historia venidera del país se definirá entre la consolidación de la dictadura instaurada desde 2006 —para mayor desgracia— o la recuperación de la democracia para acabar el experimento “pluri” de tan nefastas consecuencias.
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