A diferencia de otras dictaduras, Maduro no ha avanzado hacia el poder conduciendo a masas victoriosas, no es portador de ninguna revolución, no irrumpe al poder en contra de un gobierno ilegítimo sino desde la propia ilegitimidad de su gobierno, repudiado por todos los gobiernos democráticos de América y Europa, reconocido solo por otras dictaduras o por gobernantes de naciones sin tradiciones democráticas.
El hasta ayer discípulo de Chávez –quien siempre gobernó por mayoría y sin romper del todo con la Constitución que él mismo instauró– no solo carece de legalidad sino también de legitimidad.
Cabe reiterar la diferencia: toda dictadura es ilegal, pero no toda dictadura es ilegítima. La ilegalidad proviene de una ruptura con la Constitución vigente. Por eso el derecho a la rebelión está reconocido por la filosofía política pero no está, no puede estar, inscrito en ninguna Constitución. Es un derecho abstracto y moral, si se quiere. Pero no un derecho jurídico.
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El profesor Fernando Mires no es miembro de Una Nueva Oportunidad. UNO alienta el debate de ideas pero no se adscribe necesariamente a los contenidos de este artículo.