Los cooperativistas que iniciaron sus actividades de explotación minera en las “colas y desmontes” de la minería tradicional, han mutado, poco a poco, hasta convertirse hoy en grandes empresarios que exhiben el disfraz de cooperativistas pobres. Y, es que la acumulación de capital tiene que crecer, reinvertirse y expandirse a otros campos. Los actuales cooperativistas ya no son los grupos que, por sí mismos, explotaban su “cuadra o filón” asignado, estos se han convertido en empresarios cooperativistas que contratan trabajadores (incluso niños) al margen de toda regulación laboral.
Las prácticas del cooperativismo minero tradicional de las “colas y desmontes” han sido ampliadas a la explotación del oro. Si bien, ya en el campo de la minería tradicional sus desmanes medioambientales eran (y son) preocupantes, lo que ahora provocan los cooperativistas auríferos son desmedidos.