Desde el mismo momento en que Lidia Gueiler asumió la presidencia de la República el 16 de noviembre de 1979, el golpe militar para derrocarla era inminente; sólo lo trababan las disputas entre militares, por ver quién asumiría en su reemplazo. Por eso, la Dirección Nacional del MIR había lanzado la consigna: “Huelga general indefinida y bloqueo de caminos; resistencia en las calles. ¡Nadie se asila!”.