Cuando se repasa la vida de monseñor Castellanos uno descubre que fue capaz de dejar las comodidades y los sitiales de preferencia para trabajar en lo que le apasionaba: el servicio a los pobres, porque era consciente de que las desigualdades existen y son fruto de la organización económica de los países y del mundo, y que no será el libre mercado el que, por arte de magia, solucione los problemas de los necesitados, de los despreciados de este mundo.
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