MANIFIESTO POR EL 21 DE FEBRERO
En Bolivia, estamos en permanente crisis cuando no encontramos solución a problemas tan domésticos como la corrupción, inseguridad, la falta de empleo, las deficiencias en salud y educación.
Solo la posibilidad de iniciar de una vez el verdadero cambio que necesita Bolivia, bastaría para sentirnos optimistas de la construcción de un Estado Moderno, pero nada, seguimos estancados y en alarmante retroceso en lo substancial. Saltan las alarmas, el pueblo reconoce los errores y resulta más relevante el desorden sociopolítico que la palabrería triunfalista del Gobierno. No hace falta esforzarse en encontrar respuestas, está claro que el país necesita cambio, la mayoría está indignada por la realidad y consciente del agotamiento, falta de credibilidad e incapacidad para construir un Estado Moderno. Tenemos un país en crisis confundido por intereses sectoriales, por la farsa y la mentira de que “vamos bien”, que “somos el país estable”, que “estamos generando empleo y transformando la economía”. Puras mentiras, vamos mal, la pobreza avanza, la economía se debilita, el empleo informal empeora, el temor se extiende. En realidad se manifiesta claramente la fragilidad de un Estado dependiente, con una economía extraccionista sin diversificación, similar a la década anterior.
El NO del 21F de 2016, es el NO a un gobierno ridículo, farsante y fetichista, NO a la corrupción, NO al retroceso educativo, NO al continuismo sin futuro, pero principalmente NO a una violación frontal a los principios democráticos que pregona nuestra Constitución Política del Estado con el objetivo de habilitar a Evo Morales para un cuarto periodo consecutivo de gobierno.
Defendemos la victoria del NO en las urnas, ya que es muy necesario fortalecer el Estado Democrático de Derecho, en el cual los actos del Estado y de los individuos están sujetos a normas escritas y se rigen por ellas y es la única forma conocida hasta ahora para garantizar el ejercicio de los derechos fundamentales y limitar al poder.
Bolivia no es un país de ignorantes, Bolivia no merece ser un referente grotesco por la necedad de sus gobernantes.
Sin embargo no es suficiente la indignación del pueblo, no vamos a derrotar la farsa y la mentira con palabras e insultos, necesitamos unidad, conciencia, movilización y decisión. Las ideas tienen que converger en una única línea de acción que represente el común de la mayoría. Las acciones políticas de los partidos que han fracasado como oposición, deben someterse al nuevo pensamiento de gente nueva, que el pueblo reconozca en ellos renovación, transparencia y consecuencia. La vieja clase política también corrupta y tramposa, contamina y genera desconfianza, no son bien vistos en foros, marchas y movilizaciones, por lo que será necesario prescindir de sus falsos liderazgos.
La organización del gran colectivo por la defensa del 21F y por su legalidad institucional, deberá constituirse en un primer paso hacia la construcción de un país renovado, donde cada uno de los ciudadanos debemos asumir el reto de propiciar el cambio, el verdadero cambio, y que por ningún motivo primen viejas consignas demagógicas y radicales que distorsionen el objetivo central.