El MAS nunca ganó la alcaldía de La Paz. Además, en las elecciones de 2015, perdió la alcaldía de El Alto y la gobernación de La Paz. Estos resultados contrastan con las victorias en las elecciones nacionales que obtuvo el MAS de manera consecutiva en La Paz, incluida la última elección del 2020 en la que obtuvo el 68,4% de los votos válidos a nivel departamental, el 76,8% en el municipio de El Alto y el 45,8% en Nuestra Señora de La Paz. En la actual coyuntura de elecciones subnacionales el 7 de marzo de 2021, hay varias razones de peso por las cuales el MAS no ganará en La Paz, entre ellas:
1. No habrá voto polarizado por amedrentamiento. En la pasada elección general, una proporción indeterminada pero significativa en las ciudades, votó por el MAS por miedo a que se reprodujeran las escenas de terror vividas en noviembre de 2019. El MAS, para refrescarnos la memoria de esos días siniestros vividos en muchas zonas de La Paz y El Alto en 2019 y que nadie querría repetir, organizó un bloqueo “salvaje” en agosto de 2020, en plena pandemia del coronavirus, exigiendo que las elecciones fueran en septiembre e impidiendo que el oxígeno llegara a las ciudades, poniendo en riesgo incluso la vida de niños recién nacidos y ocasionando la muerte de muchas personas adultas, como Mario Limachi (65) quien imploró desesperadamente ante las cámaras: “por favor dejen pasar oxígeno, no sean malditos”. Lejos de desgastar al MAS, el bloqueo asfixiante lo fortaleció, induciendo a muchos votantes paceños a que, temiendo una reedición de cercos y bloqueos como resultado de una eventual derrota del MAS, emitieran un voto polarizado por amedrentamiento. Hoy la situación es distinta, la polarización no le alcanza, y los amedrentadores de ayer están hoy divididos.
2. La ofensa de la mentira fabricada. En los últimos meses, los representantes del MAS, con un alineamiento ideológico manifiesto, sostienen reiteradamente que, ante la renuncia mediática y huida vergonzosa de Evo, no hubo una transición constitucional sino un golpe de Estado. Le hablan al país como si no hubiésemos sido testigos de lo ocurrido. Todos saben, incluidos los defensores del masismo, que lo que hubo fue una rebelión ciudadana en defensa de la institucionalidad democrática, justificada precisamente ante el fraude que quiso consumar el MAS después de desconocer la CPE y el referéndum del 21F. Semejante mentira es ofensiva y la ofensa genera rechazo. Como ahora la ciudadanía no se puede expresar en un voto de alcance nacional, lo hará con un voto de alcance departamental y municipal.
3. La gente entiende la necesidad de contar con alcaldías más técnicas y menos políticas. Durante los periodos en que fueron alcaldes Juan del Granado y Luis Revilla se hicieron muchas obras, algunas no tan visibles, pero sí muy necesarias, como por ejemplo el embovedado de varios ríos o los trabajos en las laderas. Se construyeron hospitales, puentes y viaductos, y se dotó a la ciudad de un sistema de transporte de calidad, el tan querido Puma Katari. Con todo, el mayor aporte de esas gestiones municipales fue sin duda la institucionalización de la Alcaldía. En contraste, el MAS se ha caracterizado por desinstitucionalizar todas las dependencias del Estado que le ha tocado manejar, con todas las implicaciones que ello tuvo, una de las más angustiantes, haber dejado sin agua por varias semanas a buena parte de la ciudad de La Paz, por haber colocado como gerente de EPSAS a alguien que no tenía el perfil técnico para llevar esta labor adelante y mucho menos administrar semejante crisis. La gente va a priorizar un gobierno municipal que pueda responder a los desafíos técnicos.
4. La ofensa del chantaje. El presidente dijo hace poco y en distintos lugares que “será difícil” coordinar si las autoridades electas municipales y departamentales no son del MAS. ¿Cree acaso que el dinero del Estado es propiedad de su partido? Además, es una vergüenza que sea el propio presidente quien se inmiscuya de este modo en la campaña electoral y mucho peor que lo haga electoralizando la distribución de las esmirriadas vacunas contra la Covid-19 y dejando de lado cuestiones prioritarias y urgentes, como es por ejemplo la formulación de un plan para la recuperación económica del país. El presidente recurre al chantaje y eso también ofende a los votantes.
5. El dedazo indignó a las bases. En particular en la ciudad de El Alto, Eva Copa fue relegada a pesar de tener un importante apoyo popular. El jefazo apuntó mal el dedazo y le llegó el silletazo, ahora con seguridad le tocará recibir un “copazo”. Las prácticas dictatoriales del expresidente ya no son toleradas como antes, ni siquiera por sus propios simpatizantes.
6. La mala administración de la pandemia también le pasará la factura a un gobierno indolente cuya respuesta ante una realidad lacerante fue un ofensivo “aguanten”. Con la pretensión de enmendar su error, hoy el presidente firma cuanto acuerdo es posible para conseguir vacunas, no importa si son chinas y que no hayan pasado los protocolos de seguridad exigidos, poco importa cómo y en cuánto tiempo se logrará vacunar a la población, solo le interesa corregir ese agravio políticamente incorrecto.
7. A lo anterior se suma el desatino del decreto supremo declarando al 18 de octubre como día de recuperación de la democracia, desconociendo la historia y a los mártires que ofrendaron sus vidas por la verdadera reconquista de la democracia que ocurrió un 10 de octubre de 1982. No se puede olvidar que, en gran parte de los hitos de la lucha por la recuperación de la democracia, fuimos los paceños quienes los vivimos en carne propia y seremos los paceños quienes le pasemos al MAS la factura por ignorar ese día histórico, un verdadero despropósito.
8. Y, por último, aunque la lista podría ser más larga, la promulgación de la ley de amnistía para dejar en impunidad actos vandálicos, entre ellos, la quema de recintos policiales, sub-alcaldías y 66 buses Puma Katari. Si bien este tipo de actos se reprodujo en otros departamentos, La Paz fue la más golpeada. La amnistía causa indignación.
El MAS no ganará la alcaldía de La Paz ni la del Alto y probablemente tampoco la gobernación de La Paz, tanto por razones políticas como técnicas. Al MAS no le queda otra que “aguantar” su derrota.