En este artículo Amalia Pando explica las motivaciones personales de la diputada Susana Rivero del MAS en sus investigaciones políticas. Sus actividades tienen el falso manto de la institucionalidad de la Cámara de Diputados y ha estado haciendo investigaciones de naturaleza política a Carlos Mesa y a otros opositores. El artículo se enfoca en el rol de GRAVETAL, la principal empresa soyera boliviana, su propiedad y el enriquecimiento, cuando menos sospechoso, del entorno familiar de la diputada. Este artículo también toca un mundo escabroso del régimen masista: el narcotráfico.
La diputada por el MAS, Susana Rivero, se está haciendo la loca. Investiga a opositores y lo hace con cálculo político.
¿Por qué no empezamos con otras investigaciones? ¿Por ejemplo por la familia de Susana Rivero? El hermano de Rivero, Sebastián Rivero Guzmán, hasta antes del Gobierno de Morales era un destacado veterinario y ganadero, como la propia Susana. Vienen de una familia de Beni medianamente rica. Con el Gobierno de Morales, Sebastián aparece como empresario soyero en 2008 y se integró como accionista de la empresa Inversoya.
Inversoya compró las acciones de la empresa soyera más grande de Santa Cruz, como Gravetal, y se calcula que su precio era de 60 millones de dólares. Inversoya adquirió el 99% de Gravetal, y el 1% restante fue comprado por dos empresarios masistas. La nueva firma tiene dos socios principales: Juan Valdivia, presidente del Directorio y que fue hasta antes de 2008 un concejal de una provincia cochabambina; y el segundo es el hermano de Susana Rivero; Sebastián Rivero Guzmán.
Rivero aparece con el 33% de las acciones de Inversoya, Juan Valdivia con el 34% y otros con el 33%. ¿Cómo obtiene esta empresa el dinero para comprar Gravetal? Para tener el 33% de Inversoya Rivero Guzmán debería tener entre 15 y 20 millones de dólares. ¿De dónde salió el dinero? ¿No habría que investigar? Lo concreto es que tengo algunos indicios: es del bolsillo del pueblo venezolano.
La compra de Gravetal fue un desfalco para beneficiar a un grupo del MAS. Se sacó la plata de una subsidiaria de PDVSA y con eso se creó la empresa Monómeros, y ésta compró Gravetal. Esta firma entregó sin costo alguno a este pequeño grupo de masistas que inmediatamente se convirtieron en esta burguesía azul.
Pasemos al mejor momento o papel desempeñado por Susana Rivero en la investigación a la empresa china CAMC. El Parlamento creo una comisión de investigación para indagar sobre esta empresa, cuya gerenta comercial era Gabriela Zapata, quien fue amante del presidente Evo Morales. Tuvieron una relación de dos años y ella –sin mérito alguno– se convirtió en la gerenta de la empresa china y encargada de la negociación y firma de los contratos. En total, esta compañía termina con seis contratos por 600 millones de dólares. A excepción de uno, todos fueron firmados de forma directa.
Zapata operaba desde las dependencias del Ministerio de la Presidencia alterando las hormonas del titular de esa cartera. Zapata mostró fotografías con paquetes de dólares sobre la mesa y Susana Rivero, que tenía la obligación de investigar, saca la conclusión de que todo estaba bien. No citó a declarar al presidente Evo Morales, no tomó declaraciones a los ministros involucrados ni a los representantes de la empresa china y la única conclusión fue que no hubo indicios que demuestren un posible tráfico de influencias del presidente Evo Morales. Listo, caso cerrado.
Volvamos a los narcos. El principal se llama Pedro Montenegro Paz. Durante años no fue detenido, investigado o procesado y no hubo un caso de narcotráfico abierto en nuestro país. Todos saben que es un narco desde 2015 y la Policía Federal del Brasil envió todo el expediente vía Cancillería al Poder judicial. En ese país está acusado de traficar de 1,3 toneladas de cocaína. Después de que la Policía en el Brasil lo pescó con esa droga, Montenegro cruzó la frontera y se fue a vivir en Santa cruz. Compró 25 propiedades, se codeó con varias personas ligadas al MAS y se paseó por las dependencias de la Policía que dependen del ministro de Gobierno.
En 2015 la Corte de Justicia emitió una orden para detenerlo, pero la Policía no hizo nada, salvo condecorarlo porque construyó una dependencia deportiva para los uniformados. Además, pagó vacaciones en Cartagena a policías. El Ministro de Gobierno no sabía nada, se hacía el loco.
El comandante de la Policía, el penúltimo –quién sabe por qué– decidió investigar a los policías amigos del narco pedro Montenegro. A consecuencia de las grabaciones que hace circular el comandante de la Policía destituido y afectado es que sabemos todos de las andanzas de Montenegro, su influencia política, sus contactos policiales y su impunidad.
El ministro de Gobierno no puede decir que no sabía porque le llegó una orden de detención de la Corte Suprema de Justicia, no de un juzgado cualquiera. Debían haberlo detenido e investigado para saber qué fechorías hizo en el país, cuáles eran sus contactos, pero no pasó nada. Sólo se sabe que tenía 25 propiedades que fueron intervenidas. Se sabe que daba a los policías departamentos para que vivieran en ellos. Estamos frente a un tiburón del narcotráfico protegido por la Policía. No hay otra forma de explicar por qué no fue detenido, es más, no tiene antecedentes en el país y le dieron papeles de identificación con nombres falsos con los que viajó a Cartagena y otros lugares.
Sólo en nuestro país, ante un escándalo de tal magnitud, el ministro de Gobierno no cae; sólo en nuestro país no se levantan sospechas contra el presidente Evo Morales; sólo en nuestro país se va a echar la culpa a niveles inferiores. Como el caso Zapata se detuvo al chofer. A Gabriela Zapara se la detuvo no por tráfico de influencias o sobreprecios sino por que mintió sobre el hijo de Evo Morales.
Es fantástico cómo se tapan los grandes negociados y escándalos; aunque ya dejamos de escandalizarnos. En pocos días desaparecerá el caso Montenegro porque surgirá un escándalo más grande. Los días pasan de un caso a otro sin profundizarse en ninguno porque es tan grande la avalancha de corrupción y vínculos con el narcotráfico que no nos da tiempo para detenernos en alguno de ellos. Mientras tanto, el ministro de Gobierno y Susana Rivero se hacen los locos.
Tomado del programa Cabildeo
Amalia Pando dirige el programa Cabildeo, que se emite por internet